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1. Diseccionando la sinestesia: concepto y constituyentes

En neurofisiología, la sinestesia es la asimilación conjunta (o interferencia) de varios tipos de sensaciones procedentes de diferentes sentidos integradas en un mismo acto perceptivo. Un sinestésico puede, por ejemplo: oír colores, ver sonidos, y percibir sensaciones gustativas al tocar un objeto con una textura determinada. No es que sea una simple relación o se tenga la sensación de sentirlo: se siente realmente. Los estímulos, según su naturaleza, se procesan de forma independiente en el cerebro, pero en sinestésicos hay una relación entre regiones sensoriales de la corteza cerebral donde se combinan, por ejemplo, la parte visual con la auditiva.
Las sinestesias más habituales son las que combinan los grafemas (letras escritas) y el color (es el más frecuente y estudiado), pero existe multitud de estas relaciones, como el sonido-color, léxico-gustativa, músico-gustativa o temporo-espacial (asociar un instante a un lugar).

Uno de los casos más relevantes en este concepto es el de Aleksandr Nikoláyevich Scriabin (1872-1915), un compositor y pianista ruso, considerado uno de los mayores exponentes del postromanticismo y el atonalismo libre. Fue uno de los compositores más innovadores de la historia de la música. Scriabin presentaba sinestesia y se jactaba de poder oír colores. Scriabin se vio fuertemente influido por su habilidad sinestésica en su obra musical. Su principal virtud fue asociar cada tonalidad con un color determinado, creando así un modelo. Su sistema de colores, a diferencia de la mayoría de las experiencias sintestésicas, se ordena según el círculo de quintas; basado en el sistema que Isaac Newton describe en su libro “Opticks” [1]. Otras personas de gran notoriedad que también han sido sinestésicos son Vladimir Nabokov, Vincent Van Gogh, Vasili Kandinsky, Franz List, Duke Ellington, Nikola Tesla, Stevie Wonder o Kanye West.
El fenómeno sinestésico ocurre mediante la combinación de un estímulo inductor y la sensación concurrente a dicho estimulo. Por ejemplo, ver la letra A como estímulo inductor y percibir el color azul como sensación concurrente. Curiosamente es un proceso sistemático y unidireccional (no ocurre a la inversa). Por esta razón, una persona a la que se le presenta la letra A y percibe el color azul no podría verlo en sentido contrario en la que viendo el color azul perciba la letra A.
En general, la sinestesia es un concepto que abarca un amplio espectro de posibilidades, y es un efecto más normal de lo que pueda parecer, incluso siendo habitual en personas normales. Y esto es porque diferenciamos dos tipos de sinestesias: sinestesia de asociación y de proyección. La sinestesia de asociación es muy común, y se trata de la evocación al percibir un estímulo (imaginar el sol cuando ves el color amarillo). La sinestesia de proyección es la más inusual y donde a su vez se centra más el término; sería el efecto experimentado por aquellas personas que al percibir un estímulo tengan una sensación concurrente de forma paralela, sentida y de carácter extrínseco.

La inducción a otro percepto se puede llevar a cabo por medio de inductores perceptivos, que se refieren a los objetos o fenómenos tangibles que provocan otra sensación consecuente; e inductores conceptuales, donde mediante una idea o símbolo es suficiente para provocar la asociación al percepto (y a su vez cualquier tipo de inductor puede manifestar una sinestesia asociativa o perceptiva). Ha habido un eterno debate sobre cuál es la causa necesaria para la sinestesia, si la idea o la experiencia sensible. En parte estas dudas provienen del hecho de que la sinestesia grafema-color (la más común) posee un inductor que no es solamente un estímulo visual, sino que también posee componentes simbólicos ¿Sería la forma visual de una palabra la responsable de la aparición del color? ¿O quizás es el concepto asociado a la misma? Hay investigadores para los que el inductor es la forma visual, es decir, la orientación concreta de las líneas que forman las letras de una palabra. Para otros, el desencadenante de la sinestesia es el significado.
Algunos investigadores consideran que muchos de los inductores de sinestesia son conceptuales y que por tanto deberíamos usar el término ideaestesia. Sería más adecuado para describir la realidad sensorial de un concepto. Por ejemplo: asociar un color a cada día de la semana, es decir, a un concepto temporal, no es técnicamente una sinestesia basada en un marco perceptivo sino una experiencia en la que una realidad conceptual se manifiesta a través de una modalidad sensorial, en este caso la vista.
2. ¿La sinestesia es una enfermedad, psicopatología o algún problema neurofisiológico?
Epifenómeno: resultado manifiesto de la epigenética. La epigenética es el estudio de cómo se expresan los genes mediante su activación o desactivación, sin necesidad de que haya alteración genética. Por ejemplo, exposiciones continuadas a situaciones de estrés y ansiedad en la infancia aumenta el riesgo de presentar problemas de estrés y ansiedad en el periodo adulto, es decir, aumenta la vulnerabilidad de la persona a presentar trastornos relacionados con el estrés y la ansiedad. Este aumento en la vulnerabilidad sería un epifenómeno producto de la desactivación de genes que intervienen en la regulación de hormonas relacionadas con el estrés (mediante un proceso llamado «metilación» sobre el ADN), y todo ello debido al impacto que ha supuesto el ambiente temprano en el individuo. Además, estas expresiones genéticas son heredables, aumentando la probabilidad de presentarse los mismo problemas en la descendencia.
Las consecuencias de la sinestesia pueden provocarse, por ejemplo mediante drogas, pero no por ello implicaría que dicho efecto se deba a la sinestesia. Primero hay que tener claro que la sinestesia no es una disfunción o trastorno, y que de hecho se especula que puede ser un producto evolutivo. Se puede pensar que es un epifenómeno, un efecto secundario de un grupo de genes con una función que desconocemos. También puede que sea un ejemplo de enjuta evolutiva y que al no suponer un alto coste evolutivo la sinestesia no sea eliminada por la selección natural… o quizás solo suponga una esquinita alejada de la campana de Gauss poblacional respecto al funcionamiento normal del cerebro.
Algo que podría apoyar esta última idea son los estudios con sustancias alucinógenas. Si cualquier consumidor de estas sustancias es capaz de vivir una experiencia sinestésica (y así es), entonces todos poseemos la capacidad (aunque latente, durmiente) de experimentar la sinestesia. En este caso todos poseeríamos las bases neuronales necesarias para la experiencia sinestésica aunque estén suprimidas de algún modo.
Los investigadores de la Universidad de San Diego David Brang y V. S. Ramachandran [2] publicaron un estudio donde plantean la posibilidad de que la sinestesia sea una especie de don o distintivo con el que una pequeña parte de la población consigue un trato especial y casi privilegiado en la sociedad. Teniendo en cuenta que la sinestesia se presenta con mayor frecuencia entre artistas (hasta 7 veces más probable, según Brang y Ramachandran), los autores proponen que dicha anormalidad resultante de un exceso de conexiones entre ciertas neuronas está relacionada con un incremento en la creatividad de las personas y una habilidad casi inigualable para construir metáforas. Si a esto se agrega que, de nuevo a decir de Brang y Ramachandran, es más o menos usual que a los artistas se les tenga en buena consideración en las sociedades donde se desarrollan, quizás podría quedar explicada parcialmente la preservación de la sinestesia dentro de un marco evolutivo.
3. ¿Qué caracteriza a la sinestesia?

La estabilidad en el tiempo es un característica básica de la sinestesia, por lo que si ocurre de forma puntual o es efecto secundario de a una causa subyacente (como el consumo de drogas), esto no sería sinestesia. Las alucinaciones e ilusiones ya sean producidas por daño cerebral o epilepsias y drogas como el LSD, tampoco sería sinestesia. Los recursos literarios, como las metáforas, donde se utilizan evocaciones comunes como el rojo con la sangre para dar voluptuosidad a la lírica o a la narrativa tampoco lo serían, al igual que las asociaciones o condicionamientos que puedan conducir a estos fenómenos.
La sinestesia posee un fuerte componente hereditario. Un 40% de los sinestésicos poseen un pariente directo con la misma condición, aunque no tiene por qué ser del mismo tipo de sinestesia. Esto lleva a la sospecha de que heredamos la predisposición a ser sinestésicos, pero no heredamos el tipo de sinestesia. Pese a ello aún no conocemos los genes asociados a la sinestesia; durante algún tiempo se pensó que podría estar implicado el cromosoma X, lo que explicaría la mayor proporción existente de mujeres sinestésicas. Sin embargo, la investigación apunta a que no es ese el caso [2].
Lo más probable es que tenga un origen poligénico (como muchos otros rasgos fenotípicos; la personalidad es un buen ejemplo de ello) pues en la población lo encontramos con intensidad gradual. Hay individuos desde poco o nada sinestésicos, hasta muy sinestésicos con distintos tipos de sinestesia al mismo tiempo. Esto dificulta su análisis desde el campo de la genética. Lo que está claro, es que esta alteración sensorial es un fenómeno estable, perceptivo, inconsciente y “personal”. Veamos que queremos decir con esto.
La estabilidad viene dada por su consistencia; la relación entre un estímulo inductor y su asociación es invariable, diferenciándose de las meras asociaciones típicas o a la simples evocaciones en la memoria (tanto una como otra puede modificarse mediante aprendizaje, mientras que la sinestesia no posee esa posibilidad). Dicha estabilidad se investigó mediante el procedimiento test-retest, en el que a un grupo de sujetos sinestésicos se les evaluó la relación inductor-sensación concurrente mediante un test que tendrían que volver a repetir pasado un tiempo para determinar el grado de variabilidad en función del tiempo. Los resultados obtenidos en el primer y segundo test fueron idénticos (siempre dan las mismas respuestas). Así que si se ve el color azul cuando se percibe una A, siempre será el azul y no otro color, pase 1 día, 1 mes, 1 año o 1 década.
Hablamos de proceso arriba-abajo (o top-down) a la relación entre el sistema sensorial y nuestro sistema central (cerebro y procesos psicológicos) en el procesamiento de la información. Esto implica que cuando percibimos algo, lo hacemos aportando información y dándole un significado que no se explica sólo por la mera recepción de la información externa. Nuestras experiencias, aprendizajes, esquemas sobre cómo funciona el mundo, motivaciones… influyen en cómo percibimos las cosas. Por tanto, al mismo tiempo que tenemos un proceso abajo-arriba (o bottom-up) en el que recogemos información de nuestro entorno de forma «genuina» a través de los sentidos, también se involucran procesos arriba-abajo para darles significado. Al fin de al cabo somos seres activos en la construcción de la información, no somos un simple receptor.
Su sistema perceptivo no difiere en absoluto al de una persona normal. Los mecanismos por el cual cada uno interpreta las señales externas son los mismos, y su producción arriba-abajo es idéntico. No tiene que ver con contenidos almacenados o el aprendizaje, no varía en función de estos factores. Si fuese el caso no presentaría la estabilidad que presenta y se podría además condicionar (aprender nuevas asociaciones). Ramachandran y Hubbard [3] han demostrado que, en sinestésicos que perciben grafemas con colores particulares, estos colores son percibidos y procesados de la misma manera que si estuvieran en el papel o en la pantalla del ordenador donde se presentan los estímulos. Un ejemplo de experimento para la demostración de la percepción sinestésica se llevó a cabo mediante el paradigma de búsqueda visual. En este experimento se muestra a personas sinestésicas un conjunto de letras o números como los de la imagen de abajo a la izquierda, en el que a simple vista no se distingue más que un conjunto de números. No obstante, mediante la utilización de dos números distintos, asociados a dos colores distintos para un participante sinestésico particular, se pueden crear formas diversas que sólo son evidentes cuando las distintas letras están coloreadas de distinta tinta para los no sinestésicos, como ocurre en la segunda figura. Así, para las personas normales es muy difícil discernir la forma oculta en el estímulo, mientras que los sinestésicos reconocerían instantáneamente la figura.


La sinestesia también tiene un carácter inconsciente, es decir, no se razona o fuerza su aparición, sino que queda indeleblemente integrado en el sistema sensorial del individuo. Es un fenómeno automático, como una emoción, y no tiene relación alguna con el control consciente. Son por definición involuntarias, y la persona que tiene estas experiencias no pueden reprimirlas. No obstante, es importante señalar que el grado de concentración en dichas percepciones hará que estas se experimenten de forma más o menos vívidas. Este fenómeno inconsciente se puede medir mediante una variación de la prueba Stroop. La tarea consiste en presentar una palabra o letra y el participante debe nombrar el color en que está escrita. En las cuatro condiciones representadas en la figura de arriba se mide el tiempo que el individuo tarda en nombrar el color de la tinta en que se presenta la palabra o la letra (hay que decir “rojo” en todos los casos del ejemplo). En la parte superior (1 y 2 en la figura) se presenta el efecto Stroop clásico, que consiste en un enlentecimiento del tiempo en que se tarda al nombrar el color de la tinta cuando la palabra escrita es el nombre de otro color diferente; es decir, tardas menos en leer rojo cuando el significado de la palabra coincide con el color en el que está dibujado, y por tanto tardarías más (y cometerías más fallos) al tener que decir el color rojo en la palabra VERDE. En la parte inferior se representa el efecto Stroop sinestésico que sufriría una persona sinestésica; este tendría problemas al nombrar el color rojo de la letra J si su sinestesia asocia la letra J al color verde. El color sinestésico o fotismo es difícil de ignorar.
Por otro lado, la sinestesia es de carácter personal o idiosincrática. Dos personas pueden tener la misma sinestesia pero no el mismo patrón. El conjunto de colores de un sinestésico es totalmente distinto al de otro sinestésico que también vea colores para letras y números. Por ello, se especula de que la percepción singular de los sinestésicos es influenciado culturalmente.
4. Más propiedades relacionadas con la sinestesia

Por un lado está el carácter afectivo de la sinestesia. Más que por sus efectos directos, la sinestesia puede generar inconfortabilidad en el individuo cuando tiene constancia de su existencia. Si una persona nace con esta alteración sensorial y perceptiva (ya que de hecho es genético), no se daría cuenta de ella hasta que la experiencia no le genere una discrepancia en lo que concierne a la percepción normal de los otros, o lo que es lo mismo, se genere una contrariedad al no existir correspondencia entre el estímulo y la sensación cuando se compara con la experiencia ajena. Si a esto se le añade la posible incomprensión social y la incertidumbre a causa de dicha diferencia con el resto, el sinestésico podría experimentar emociones negativas como malestar, confusión y ansiedad.

Una de las modalidades más curiosas de sinestesia es la conocida como mirror-touch o “tacto en espejo”. Las personas que la experimentan pueden sentir tacto en su mejilla derecha cuando observan a una persona que es tocada en su mejilla izquierda, siendo este efecto contralateral el que da nombre al fenómeno. Aún no existe una estimación de la prevalencia de este tipo de sinestesia, pero su estudio ha cobrado fuerza ya que resulta útil para comprender los mecanismos neuronales de la empatía. Sabemos que las neuronas espejo se activan cuando actuamos, pero también cuando visualizamos a otros actuando. Los estudios de neuroimagen funcional han evidenciado que las personas con este tipo de sinestesia poseen un sistema de neuronas espejo más activo de lo normal, lo que les hace más sensibles a las emociones y sentimientos de otros, llegando al punto de sentir en su propio cuerpo el tacto que visualizan en otra persona. Esta sinestesia puede llegar a ser tan extrema que puede producir dolor físico cuando se observa una escena violenta en una película. En este caso, el dolor sería una sinestesia producida por un estímulo visual. Sin embargo, el dolor y el placer también pueden funcionar como estímulos inductores de sinestesia.
Se han realizado en población sinestésica experimentos con juicio de valencia emocional para determinar el nivel de empatía, y por ende de la intensificación de sus emociones. Uno de los procedimiento llevados a cabo fue mediante el uso del TECA (test de empatía cognitivo afectiva) para medir el nivel de empatía y a través de otro cuestionario para registrar la incidencia de sinestesia tacto-emoción. Se le presentaban a los sujetos una serie de nombres de objetos. La tarea de éstos era pensar qué sensación le producía el sentir la textura de estos objetos, así como si esta textura la estuviera tocando otra persona. Para cada uno, debían escribir la emoción/sensación que más se acercaba a lo que experimentaban y en qué nivel de intensidad lo sentían. Los resultados no apoyan la hipótesis de que exista una relación significativa entre valencia e intensidad emocional, aunque parece haber cierta correlación.
Por otro lado, el nexo entre sinestesia y emoción está a la orden del día, alterando incluso el estado de la persona. La percepción anómala puede tener conexión con emociones negativas, por ejemplo, como consecuencia de una relación del rojo con el odio (o el negro con la muerte; cualquier asociación posible de carácter negativo), y que ese rojo sea un color asociado sinestésicamente a un sonido. El sonido por tanto tendría un influjo afectivo negativo en el individuo, que al escucharlo estaría percibiendo el rojo como sensación concurrente, y este al tener una asociación negativa con el odio afectaría de esta manera a la persona sinestésica.

Una de las ventajas es su apoyo para el recuerdo de lo vivido. Los sinestésicos también suelen puntuar más alto que el resto de las personas a la hora de memorizar elementos relacionados con su tipo de sinestesia, y aquellos que poseen la habilidad de ver números, o fechas ordenadas en el espacio, normalmente hacen gala de cálculos que a cualquiera le parecerían espectaculares. La conjunción de más de un percepto sensorial hace que las personas sinestésicas puedan recordar la percepción secundaria o sinestésica (sensación concurrente) más vívidamente que la primaria (estimulo inductor). Así, pueden no recordar un número de teléfono pero sí recordar que empezaba por «azul».
5. Bases neuronales de la sinestesia
Un experimento realizado por Hubbard, Armanm, Ramachandran, y Boynton en el año 2005 [4] arrojó cierta luz sobre las implicaciones neurales de la sinestesia. Estos autores realizaron un experimento que trató de combinar los resultados del escaneo por medio de fMRI (siglas de Imagen de Resonancia Magnética Funcional en inglés) con los resultados de una medida conductual. La medida conductual se realizó por medio de la tarea “crowding task” [3], que se trata de identificar un número en la mitad derecha de una lámina mientras se observa un punto en el centro de la lámina. El número a encontrar es presentado en dos situaciones, en la primera situación sólo se presenta el número y en la segunda situación se presenta el mismo número pero esta vez rodeado por otros números. Esta tarea se presentó a seis personas con sinestesia grafema-color, que significa que cuando ven un símbolo escrito lo asocian con un determinado color; y seis personas sin sinestesia como grupo de control.


El área V4 (en el lóbulo occipital, lóbulo encargado de la visión) responsable del procesamiento del color es representada en púrpura y el área del grafema en azul. En ambos tipos participantes hubo una activación en el área del grafema, pero únicamente el participante con sinestesia mostró actividad en el área V4. Los resultados de este estudio mostraron una correlación entre el grado de activación de las áreas visuales V4 y el desempeño en la “crowding task”. Esto quiere decir que los participantes con sinestesia grafema-color que presentaron una activación mayor del área occipital V4, también obtuvieron los mejores resultados al identificar el número escondido en “crowding task”. En un reporte escrito, los individuos con sinestesia mencionaron que pudieron resolver la tarea mediante la identificación del color para tal número [4].

En otro experimento, Nunn y colaboradores [5] utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf) para explorar los correlatos neurales de la sinestesia. Utilizaron esta técnica para detectar las regiones cerebrales que se activaban mediante la sencilla audición de palabras habladas. Los participantes escucharon bloques de palabras y tonos (control), cada uno de los cuales tenía una duración de 30 segundos. En los controles no sinestésicos, la activación ocasionada por las palabras habladas sucedía en la corteza auditiva y en regiones del lenguaje, como se esperaba; este patrón también se observó en los sujetos sinestésicos palabra-color quienes, además, mostraron una activación en el sistema visual, principalmente en el área V4 que se sabe es un centro de procesamiento del color. Estos datos confirman que la experiencia de la persona sinestésica es de naturaleza perceptual; el resultado de un problema de cableado en el cerebro de estas personas que ocasiona un “cortocircuito” de procesamiento de palabras y colores. Estos datos también sustentan la afirmación en cuanto a que las experiencias perceptuales se construyen en el cerebro y que sólo se encuentran relacionadas de manera indirecta (en el mejor de los casos) con el estado de las cosas que ocasiona su formación dentro del “mundo real”.

Respecto a la sinestesia grafema-color, Ramachandran propone la teoría de la activación cruzada: una activación cruzada de zonas adyacentes del cerebro que procesan la información relacionada con el aspecto físico de los números y las letras y con las que relacionan la información relativa al color. El estímulo inductor activaría por ende la percepción concurrente y la percepción “real”.

Debido a que tanto los colores como los números se procesan inicialmente en una región llamada circunvolución fusiforme y, luego, en la proximidad de la circunvolución angular, se sospecha que la sinestesia de tipo número-color podría deberse a un entrecruzamiento entre las conexiones del área V4 y del área de representación numérica (ambas en el seno de la circunvolución fusiforme, cerca uno de otro) o entre el área superior del color y la de conceptos numéricos (ambas en la zona TPO, siglas para la zona de asociación temporo-parieto-occipital).
Otras variantes de sinestesia pueden venir suscitadas por entrecruzamientos similares entre diferentes regiones responsables del procesamiento de informaciones sensoriales. El hecho de que el centro auditivo, en el lóbulo temporal, se encuentre cercano al área superior del cerebro que recibe las señales del color de la zona V4 podría explicar la sinestesia sonido-color.
En un principio se pensaba que el entrecruzamiento era de tipo físico, donde personas sinestésicas y no sinestésicas diferían en el número de conexiones, siendo más abundantes en los primeros y sobre todo en la corteza parietal superior donde se produce la integración multisensorial, es decir, la integración de información de distinta naturaleza (un mayor número de conexiones hacia esta área podría facilitar la sinestesia). Pero se comprobó que la sinestesia podía darse también si el número de conexiones entre áreas era normal y, en cambio, se hallara desequilibrado el balance de sustancias químicas que cursaban entre regiones. Por ello, es preferible hablar de activación cruzada. Ciertas regiones cerebrales colindantes a menudo inhiben mutuamente su actividad. Un desequilibrio químico tal que minimice dicha inhibición (bloqueando, por ejemplo, la acción de un neurotransmisor inhibidor o impidiendo la síntesis de un inhibidor) provocaría que la actividad en un área despertara la actividad en otra vecina.
Aceptado que el origen de la sinestesia reside en el entrecruzamiento neuronal, cabe preguntarse por qué ocurre. Se sabe que posee un componente genético. Posiblemente sea la mutación de un gen la causante de la aparición de conexiones cruzadas entre áreas del cerebro que, por norma, están segregadas entre sí. O quizá dicha mutación evite la interrupción de conexiones preexistentes entre áreas que no se hallan conectadas a menudo. El hecho de que la mutación se declare (es decir, provoque sus efectos) en unas áreas del cerebro y no en otras, explicaría por qué algunos sinestésicos mezclan colores y números, mientras otros ven colores cuando escuchan fonemas o notas musicales. En la línea de que la mutación de un gen evite la interrupción de conexiones preexistentes hicieron a V.S. Ramachandran y E.M. Hubbard proponer que la sinestesia podría deberse a un exceso de conexiones neuronales en el cerebro debido a un error en la llamada “poda neuronal” que se da al principio de la vida, cuando nuestro cerebro es como una roca por comenzar a esculpir. La poda neuronal se encarga de conservar las conexiones que se usarán más adelante y desechando las que no, haciéndolas más efectivas, y se sospecha que en sinestésicos este proceso no acaba con ciertas uniones entre áreas adyacentes, resultando eb una mezcla de sentidos.
6. Conclusiones
El origen definitivamente no está claro, y sigue permaneciendo el dilema de si la diferencia es estructural y/o funcional. La mayor corteza parietal superior (clave en la integración multisensorial) en sinestésicos podría explicarlo, pero por otro lado el menor volumen de conexiones en una persona normal no le impide la experiencia sinestésica inducida.
En general, todos somos en mayor o menor medida «sinestésicos», de manera congénita o mediante drogas, e incluso a consecuencia de epilepsias y daños cerebrales, pero también se cuestiona la posibilidad de que sea una percepción con cierta relevancia adaptativa para el individuo como aducía Ramachandran.
Referencias bibliográficas
Referencia bibliográfica principal:
- Hochel, M. (2006). La sinestesia: sentidos sin fronteras. Departamento de Psicología Experimental de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada
Referencias bibliográficas de las citas en texto:
- Aleksandr Skriabin. (2023, 19 de enero). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 14:13, marzo 26, 2023 desde https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Aleksandr_Skriabin&oldid=148710274.
- Brang D. y Ramachandran V. S. (2011). Survival of the Synesthesia Gene: Why Do People Hear Colors and Taste Words? PLOS Biology 9(11), e1001205. https://doi.org/10.1371/journal.pbio.1001205
- Ramachandran V. S. y Hubbard, E. M. (2001). Synaesthesia: A Window Into Perception, Thought and Language. Journal of Consciousness Studies 8(12), 3-34 http://chip.ucsd.edu/pdf/Synaesthesia%20-%20JCS.pdf
- Hubbard, E. M., Arman, A. C., Ramachandran, V. S., & Boynton, G. M. (2005). Individual differences among grapheme-color synesthetes: brain-behavior correlations. Neuron, 45(6), 975–985. https://doi.org/10.1016/j.neuron.2005.02.008
- Nunn, J.A., Gregory, L.J., Brammer, M., Wiliams, S.C.R., Parslow, D.M., Morgan, M.J., Morris, R.G., Bullmore, E.T., Baron-Cohen, S., y Gray, J.A. (2002). Functional magnetic resonance imaging of synesthesia: activation of V4/V8 by spoken words. Nature Neuroscience, 5(4), 371-75. https://doi.org/10.1038/nn818
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