La Guerra de los 4 años: la Guerra Chimpancé de Gombe

Tiempo de lectura: 10 minutos.

1. Introducción

Muchos dirían que el ser humano desde tiempos inmemoriales ha perseguido la autodestrucción. Desde nuestros inicios, hemos librado guerras contra nosotros mismos, generalmente por motivos egoístas: poder, dinero, acceso a valiosos recursos materiales, supremacía ideológica… Cualquiera supondría que el ser humano es per se un ente dañino, tan tóxico y pernicioso que afecta tanto a sí mismo como a todo lo que le rodea. Es verdad que, cuando pensamos en un conflicto o guerra, es difícil que no se nos venga a la mente los cruentos sucesos que han marcado de una u otra forma el curso de la historia: I y II Guerra Mundial, Guerra de Vietnam, Guerra Civil Española, Guerra de Secesión… pero ¿Y si te dijera que también se han librado guerras en los mismos términos en que lo hacen las guerras humanas, pero cuyos combatientes no formaron parte de nuestra especie? Quizás te sorprenda lo que estás a punto de leer, y es que parece que en el reino animal no somos los únicos capaces de llevar a cabo las atrocidades que han definido gran parte de nuestra historia.

2. Parque Nacional Gombe, el escenario de guerra [1, 2]

Entrada al parque

Nos trasladamos al Parque Nacional Gombe Stream (Tanzania), localizado en el valle Kakombe de la región de Kigoma al oeste del país, cerca del lago Tanganica y a 30 km del sur de Burundi. Fue establecido en 1968 y con sus 52 km2 es el parque nacional más pequeño de Tanzania. El parque alberga una fauna variada, con 200 especies de aves, 250 especies de mariposas, una docena de reptiles y anfibios (algunos de ellos endémicos del parque), leopardos e hipopótamos y, sobre todo, varios grupos de primates: papión oliva, colobos rojos, cercopiteco de cola roja, mono azul y monos cercopitecos.

Orillas del lago Tanganica

Aunque fuese catalogado como reserva de caza en 1943, no fue establecido como parque nacional hasta 1968. Pese a ser el más pequeño de Tanzania, este se hizo mundialmente famoso por los estudios que allí realizó Jane Goodall, etóloga británica especializada en primates que hizo del Parque Nacional Gombe su hogar durante más de 50 años. Allí fundó el Centro de Investigación Gombe Stream en 1965, que dejó como legado el mayor estudio longitudinal de chimpancés (y de cualquier otro animal) observados en su hábitat natural hasta día de hoy.

El parque estaba dividido en 3 áreas de investigación, el área Kasakela al norte del parque, y las áreas Kakombe y Mkenke al sur. La comunidad de chimpancés de Kasakela se acabó disgregando y formando dos nuevos grupos: 1) los que se mantuvieron en el clan Kasakela al norte, liderados por el macho alfa Figan y seguido por Satan, Sherry, Evered, Rodolf, Jomeo y Humphrey; y el clan Kahama al sur, liderado por los hermanos Hugh y Charlie, seguidos por Godi, De, Goliath y Sniff.

Jane Goodall y un coleguilla

3. La Guerra chimpancé de Gombe [3]

3.1. El inicio de la guerra y la masacre Kasakela

Nuestra increíble historia comienza el 7 de junio de 1974 cuando el chimpancé Godi (clan Kahama), uno de los chimpancés más queridos del parque por su simpatía, comía tranquilo sobre las ramas de un árbol. A él se le aproximaba un grupo de 6 chimpancés del clan Kasakela, liderados por Humphrey, Figan y Jomeo, acercándose tan cautelosamente que Godi no pudo percatarse de su presencia. Fue el primer ataque con el que estalló la guerra. Entre los seis chimpancés se abalanzaron hacia Godi, y este entonces saltó y huyó, aunque su suerte no tardaría mucho en acabarse. Humphrey, Figan y Jomeo le seguían a la par desde los flancos laterales, mientras los otros tres corrían detrás para cubrir la retaguardia. Cuando Humphrey consiguió agarrarlo, todos ayudaron en su inmovilización sujetando sus piernas y sentándose sobre su cabeza. Godi ya no podría zafarse y escapar. Entre todos lo golpearon y mordieron salvajemente mientras solo se escuchaban gritos de ira de los asaltantes, y alaridos de dolor de la víctima. Casi 10 minutos después el grupo cesó su cruel ataque apartándose del cuerpo maltrecho de Godi. Mientras se alejaban, este se puso en pie difícilmente mientras los miraba marchar. En su cuerpo se observaba la gravedad de las heridas, contusiones y laceraciones de las que no logró sobrevivir. Nadie del grupo de campo pudo encontrar el cuerpo de Godi, como si se lo hubiera tragado la tierra. Simplemente murió y desapareció.

A este ataque le sucedieron otros que fue diezmando poco a poco la comunidad Kahama. La segunda víctima fue el macho De. Este murió debido a las heridas que le causó un grupo de machos Kasakela conformado por Jomeo, Sherry y Evered, tras otra ofensiva coordinada y una brutal paliza que lo dejó convaleciente. Se le vio un mes después de aquella paliza y jamás se le volvió a ver.

La tercera víctima fue Goliath, un chimpancé ya anciano. En su juventud era un macho valiente y bravo que parecía tener amistad en un principio con el clan Kasakela. Sin embargo, cuando la comunidad se dividió optó por desplazarse al sur con los Kahama. Tampoco tuvieron piedad con él. Figan, Faben, Humphrey, Satán y Jomeo fueron deliberadamente a asesinarlo, tal y como relataba una de las estudiantes destinadas en el Parque Gombe. Faben le retorció la pierna como en un intento de desmembrársela mientras el resto lo apaleaban. Una vez terminaron con él, aún con vida, Goliath se sentó y posó delicadamente una de sus muñecas que tenía totalmente rota sobre la otra, mientras veía como aquellos salvajes se iban gritando excitados y eufóricos por lo que habían hecho. Al día siguiente el personal fue a buscarle, pero también desapareció.

Hugh, otro de los chimpancés del clan, había desaparecido sin dejar rastro. Ya solo quedaban tres machos Kahama: Charlie, Sniff y Willy Wally, un joven macho adulto. Del mismo modo que los demás, Charlie también desapareció. En esta ocasión parece que nadie vio nada, aunque unos pescadores cercanos dijeron escuchar una lucha encarnizada cerca de donde estaban. Cuatro días después encontraron su cadáver lleno de contusiones y laceraciones, signos evidentes de que corrió la misma suerte que sus anteriores compañeros.

Aunque se esperaba que la guerra se redujera a un conflicto entre los machos, lo cierto es que no fue así. Para sorpresa de Goodall, uno de los ataques se dirigió a Madam Bee, una de las 3 hembras del grupo Kahama que procedían del grupo Kasakela. Goodall suponía que tras acabar con los machos se quedarían con las 3 hembras del grupo que anteriormente formaban parte de su clan. Sin embargo, Madam Bee corrió la misma suerte que el resto de machos y sin escatimar en violencia durante el ataque. Una vez lo llevaron a cabo, los machos se alejaban del dantesco escenario perpetrado a eufóricos gritos, dejando a sus espaldas a una chimpancé tan malherida que apenas podía moverse, pero que de alguna forma pudo arrastrarse hasta ocultarse entre la vegetación. Se escondió tan bien que tardaron dos días en encontrarla. Solo pudo aguantar 4 días, durante los cuales casi no comía ni bebía, no hacía más que temblar, y donde lo único que la reconfortaba era la presencia de su hija adolescente Honey Bee. Su hija no se separó de ella hasta el final, acicalándola y apartando las moscas que rondaban sus heridas.

Willy Wally fue el siguiente en desaparecer, y tras esta víctima quedó Sniff totalmente solo.  Era cuestión de tiempo que tuviera el mismo destino que los demás. Sniff era un chimpancé curioso y juguetón que vieron crecer desde que era pequeño. Tras la muerte de su madre, Sniff se hizo cargo de su hermana de 14 meses. Dormía con ella, compartía su alimento y la cuidaba diligentemente, pero no pudo sobrevivir sin la leche materna, muriendo 3 semanas después. Desgraciadamente, Sniff acabó teniendo el mismo desenlace que el resto; lo abordaron e hirieron brutalmente, rompiéndole la pierna, y no consiguiendo sobrevivir a las lesiones. Dos de las tres hembras “desertoras” que quedaban también desaparecieron junto con sus crías, y otras 3 hembras fueron golpeadas y secuestradas. Parece que las únicas chimpancés inmunes a la violencia de los Kasakela fueron las hembras adolescentes, que acabaron formando parte de su clan. Tras estos últimos eventos, el clan Kahama finalmente desapareció por completo.

Estos cuatro años de guerra fueron realmente grotescos. Por si no fuera poco con los ataques coordinados para cometer el asesinato de cada miembro de los Kahama uno a uno, a esto se le sumaron los ataques caníbales de 1975 llevados a cabo por las chimpancés Passion y Pom hacia las crías de su propio clan.

En su libro “A través de la ventana del tiempo” Jane Goodall relata: “Durante varios años me costó creerlo. A menudo me despertaba por la noche, con visiones de terribles imágenes: Satán, recogiendo con la mano la sangre que perdía Sniff por la barbilla para bebérsela; el viejo Rudolf, tan tranquilo normalmente, lanzando una piedra de unos ocho kilos sobre Godi; Jomeo arrancando un pedazo de piel del muslo de De; Figan atacando y golpeando repetidamente el magullado cuerpo de Goliath, uno de sus héroes de la infancia. Y, quizá lo peor de todo, Passion comiendo la carne del bebé de Gilka, con la boca rebosando sangre como el grotesco vampiro de un cuento infantil”.

3.2. La ironía del destino

El grupo Kasakela consiguió ampliar su clan con algunas hembras y extender su territorio significativamente, pasando de 12 a 15 km2. Sin embargo, todo se volvería en su contra en un giro irónico del destino. Parece que el extinto clan Kahama servía de barrera entre los Kasakela y un clan situado más al sur llamado Kalande. A medida que los Kasakela se desplazaban hacia la parte baja del parque, se topaban con las patrullas Kalande. Por ejemplo, en una ocasión un grupo de los Kasakela, entre los cuales estaba Figan, fue interceptado por un grupo Kalande más grande. Luego, dos machos Kasakela desaparecieron (Sherry y Humphrey). Con el tiempo, el clan victorioso de la última guerra iba probando su propia medicina a medida que también les obligaban a retroceder hacia el norte, cediendo territorio. Además de esto, otro clan más al norte, la comunidad Mitumba, aprovechó la oportunidad conquistando terreno de norte a sur. Hacia finales de 1981 el espacio reducido en el que se encontraban no era suficiente para albergar a todo el clan Kasakela y satisfacer sus necesidades.

Hubo subsiguientes ofensivas Kalande hacia los Kasakela, aunque no culminaron en las atrocidades que estos llevaron a cabo sobre sus últimas víctimas Kahama en el pasado. Se cometieron agresiones no letales y desaparecieron algunas crías. Mientras tanto, en el clan Kasakela crecían vigorosos chimpancés adolescentes que, aunque inexpertos, parece que consiguieron traer la paz al parque. En algunas excursiones que realizaban, llevaban a cabo exhibiciones estruendosas y potentes de ruidos y gritos intimidatorios. Quizás esto hiciera creer a los Kasakela que tenían más fuerzas entre sus líneas de las que realmente tenían. En cualquier caso, desde entonces los ataques y conflictos de naturaleza intraespecífica terminaron. Todo pudo volver a la normalidad, como a un estado pacífico previo a la guerra.

4. Hora de investigar [4, 5, 6, 7]

La cruenta batalla que supuso la Guerra de los 4 años dejó en shock a la comunidad científica. La propia etóloga Jane Goodall afirmaba: “Durante muchos años había creído que los chimpancés, aunque mostraban sorprendentes similitudes a los humanos en muchos aspectos eran, de largo, bastante más «atractivos» que nosotros. De repente vi que bajo ciertas circunstancias pueden ser igual de brutos, que también hay una cara oscura en su naturaleza. Desde luego, sabía que los chimpancés luchaban y se herían de vez en cuando. Había visto con horror cómo los machos adultos atacaban sin inhibiciones a las hembras durante el frenesí de una exhibición, e incluso a débiles crías que se ponían en su camino. Pero estas explosiones, espectaculares para quienes las veían, casi nunca acababan en heridas serias. Los ataques intercomunitarios y el canibalismo eran otro tipo de violencia”.

4.1. El ser humano como principal sospechoso

Enseguida se empezaron a plantear las causas de este radical comportamiento. Las primeras hipótesis apuntaban a que era generado por la intervención del ser humano. En este caso concreto, los investigadores sugerían que la violencia extrema que se observó aquellos años quizás se explicara por la presencia de Goodall al interferir en su modo de vida tras instalar una estación de observación donde los animales recibían alimentos. Al respecto, David Morgan, investigador del Centro Lester E Fisher para el Estudio y la Conservación de los Simios en el zoológico Lincoln Park de Chicago, explica lo siguiente: “Los humanos han impactado durante mucho tiempo los bosques tropicales africanos y los chimpancés, y una de las preguntas de larga data es si la perturbación humana es un factor subyacente que causa la agresión letal observada”. Esto tendría cierto sentido, pues incluso la investigación implica la interferencia humana en el sistema objeto de estudio, y esto puede influir de una u otra forma en dicho sistema. Además de ello, hubo otro tipo de intromisión humana de carácter violento en el propio parque, y es que parte del personal también fue víctima de actos de esta naturaleza. En 1975 cuarenta hombres armados cruzaron el lago Tanganica desde Zaire y secuestraron a cuatro estudiantes del parque. Al tiempo se escucharon varios disparos y presumieron que los habían matado. Todo este suceso provocó la evacuación del parque, utilizando como refugio el domicilio del entonces marido de Jane Goodall, en el que esperaron lo que les pareció una eternidad. Eran momentos convulsos desde todos los planos posibles.

¿Quizás el comportamiento violento humano pudiera servir de modelo para los chimpancés? ¿Es posible que la simple presencia del ser humano perturbe inconscientemente el comportamiento natural de los animales, ya sea por su mera intromisión o por la introducción de elementos ajenos como el provisionamiento de comida por la cual los chimpancés quisieran competir? ¿Puede que sea una combinación de estas hipótesis o incluso de alguna otra posibilidad que aún no hemos contemplado? Estas preguntas torturarían a Goodall durante largos años, sintiéndose culpable de que ella pudiera ser partícipe sin pretenderlo en este desafortunado evento. De facto, ella misma diría en el documental de la BBC “El simio demoníaco” (2004), que su estación de observación había elevado la violencia entre los chimpancés.

4.2. Arrojando algo de luz para la exoneración humana

Sin embargo, actualmente la hipótesis más sólida que se maneja para comprender la violencia desmedida de los chimpancés no parece relacionarse con la invasión e interferencia humana y, por tanto, no actuarían como predictores significativos de la agresión intraespecífica en estos primates. Las investigaciones sugieren que son la expansión del territorio y los recursos (incluido las hembras) lo que los lleva a estas sorprendentes conductas. Esto, además, traería algo de paz a Goodall, que podría quitarse esa gran carga de culpabilidad a sus espaldas.

John Mitani de la Universidad de Michigan, uno de los investigadores de la hipótesis sobre la expansión del territorio como causa de las conductas de violencia intraespecífica, publicó un estudio observacional en 2010 en el que registró durante años el comportamiento de una comunidad bastante amplia de chimpancés de Ngogo (150 ejemplares), en el Parque Nacional de Kibale (Uganda). En la investigación observaron hasta 18 ataques mortales que tuvieron como consecuencia la ampliación del territorio de los atacantes. En este sentido, la causa puede resultar muy similar a las dadas en muchas guerras entre seres humanos: conquista de territorios y con ello aumento de control y poder. Mitani concluye de manera contundente que “se trata de una estrategia a largo plazo para lograr el dominio sobre los grupos vecinos”.

En este sentido una investigación de 2014 llevada a cabo por una coalición internacional de primatólogos y publicada en la revista Nature, apoyó también esta teoría. Un equipo de 30 investigadores recogió datos que abarcaban 50 años de estudio de 18 comunidades de chimpancés con distintos grados de influencia humana. Los datos presentaban 152 muertes llevadas a cabo por otros chimpancés. La mayoría de los ataques tienen que ver entre machos y están relacionadas con importantes beneficios en pro de una mejor adaptación y prevalencia en su entorno. Morgan explicaba: “En realidad, la perturbación humana puede ocurrir a lo largo de un continuo y los sitios de estudio incluidos en esta investigación abarcaron el espectro. Descubrimos que el impacto humano no predijo la tasa de asesinatos entre las comunidades”. Además, como él mismo afirma, el mayor discernimiento sobre las interacciones violentas entre chimpancés puede permitir un mejor abordaje y tratamiento de los administradores de los parques, así como de la gestión de los funcionarios del gobierno para controlar el uso de la tierra en hábitats de chimpancés por parte de los humanos.

4.3. La causa se gestó desde el interior de la comunidad

Las dos comunidades de chimpancés podrían haber estado separadas siempre o quizás se comenzaron a separar cuando Goodall empezó a investigar, y la estación de alimentación solo fue un símbolo de tregua entre ambos bandos mientras se alimentaban, hasta que se volvieran a separar. El equipo de la Universidad de Duke y la Universidad Estatal de Arizona estudiaron los cambios en las alianzas entre 19 chimpancés machos durante los 7 años previos a la guerra. Mediante los registros, elaboraron un mapeo de las conexiones sociales que había entre machos, a modo de organigrama informal. Se consideraba que dos chimpancés eran amigos si se les veía con frecuencia en duplas en la estación de alimentación.

La Universidad de Duke comenta en su informe “el análisis sugiere que, durante los primeros años, entre 1967 y 1970, los machos del grupo original estaban entremezclados”. Es decir, era una sola comunidad. Pero con el tiempo empezó a dividirse progresivamente hasta su total disolución en 1972, cuando se creó el bando Kasakela y Kahama. A partir de entonces, cuando sucedían encuentros entre miembros de ambos clanes, se trataban con violencia, gritando y arrojándose lo que encontraban cerca.

De izquierda a derecha, Hugh, Charlie y Humphrey

Los investigadores creen que el germen del conflicto ocurrió por “una lucha de poder entre tres machos de alto rango” en aquel momento: Humphrey recién coronado en la comunidad, y los hermanos Charlie y Hugh. Humphrey era capaz de enfrentarse a cualquiera de ambos hermanos, pero no cuando estos estaban juntos. Esta situación de tensión empezó a separar a la comunidad de chimpancés. La cantidad de hembras en ese periodo era baja, elemento que promovió aún más el conflicto en pos del dominio. Este aparente odio visceral hacia el otro grupo se intensificó y extendió, sin discriminaciones de edad o sexo. Ya vimos en el relato de Goodall que incluso las hembras fueron atacadas sin piedad.

4.4. ¿Guerra o antagonismo intenso?

Aunque Goodall lo llamara «Guerra de los 4 años», y cualquiera hablaría en estos términos cuando se trata de clanes organizados con un conflicto intergrupal basado en ofensivas, muchos investigadores como Mitani rehúsan del concepto “guerra” para relegarlo a un plano únicamente humano. La mayoría prefieren utilizar los términos “antagonismo intenso” hacia otras colonias.

“Creo que la guerra humana es algo que es muy diferente de lo que los chimpancés hacen cuando matan a otros”, comenta Mitani. Y añade: “En cualquier caso, también es importante recordar que existen muchos otros tipos de animales en el mundo, además de los chimpancés y otros primates, que participan en este tipo de comportamiento: las hormigas, por ejemplo”. Efectivamente, otros animales como las hormigas son capaces de comportamientos similares, en que dicho antagonismo conlleva a la aniquilación de la colonia rival debido a su proximidad. En cualquiera de los casos, hay quienes prefieren reservar “guerra” para designar a los conflictos entre homo sapiens.

Está claro que la violencia no es un recurso inútil en sí mismo, no tendría ningún sentido evolutivo tener en nuestro repertorio conductual una capacidad con la que no se obtengan frutos. La violencia, por muy desagradable que sea, siempre ha sido una de las herramientas más eficaces para poder sobrevivir y salvaguardar la propia integridad y la de los nuestros desde que éramos primates más simples hace varios millones de años. Tiene un sentido evolutivo y, de facto, la investigación ha observado que la expresión del gen ADRA2C activa las respuestas típicas en situación de conflicto, en momentos donde prepondera la supervivencia: luchar o huir. La violencia, en el caso que tratamos, sería el vehículo para conseguir dos cosas: recursos (incluido hembras) y expansión del territorio. Esto ocurre en el reino animal y hasta se manifiesta en las causas subyacentes a cualquier guerra humana.

5. Jane Goodall, una vida de dedicación y entrega [8]

Jane Goodall pisó por primera vez en 1960 lo que sería el Parque Nacional Gombe Stream en un futuro. En aquel entonces era solamente la Reserva de Caza del Río Gombe, pera ya mostraba gran potencial. Goodall llegó junto con su madre y un cocinero africano llamado Dominic, además de lo justo para salir del paso: una tienda, unos platos de hojalata, un vaso y unos prismáticos baratos.

No tenía ninguna formación, ni siquiera una diplomatura menor, pero su madre y el paleontólogo Louis Leakey, que la había llamado para forma parte de su equipo, le tenían mucha fe. Al fin y al cabo, estudiar a los animales, y en concreto a los chimpancés, era el sueño que siempre tuvo Goodall. Sin duda, ella se encontraba realmente motivada para estudiar a los chimpancés, una motivación que no se diluiría en los casi 55 años que permaneció allí. Una vida entera dedicada a estos inteligentes animales.

En sus inicios apenas conseguía ver chimpancés, además de enfermar con cierta frecuencia causa de que la dejara inactiva. No obstante, un día se topó con un chimpancé anciano que simpatizó con Goodall. Lo llamó David Greybeard. De hecho, gracias a él se documentó por primera vez 3 relevantes descubrimientos que cambiaron la percepción que se tenía de los chimpancés: 1) los chimpancés comen carne (antes se creía que eran vegetarianos), 2) usan herramientas (palos que insertan en los termiteros) y 3) son capaces de fabricarlas (arrancando las hojas de los palos), un rasgo que se consideraba exclusivamente humano. Con los reportes por carta sobre los hallazgos de Goodall que ella enviaba a Leakey, este le respondía: “Ahora deberemos redefinir las palabras “hombre” y “herramienta”, o aceptar a los chimpancés como humanos”.

Así, empezó un programa de investigación que consiguió generar la suficiente saliencia en la investigación etológica como para fascinar a la comunidad científica, al punto que empezaron a observar a los chimpancés desde un prisma totalmente distinto. Con el tiempo, siendo apoyado económicamente por organizaciones como la National Geographic Society, el estudio se fue sofisticando y adquiriendo nuevos recursos y herramientas para una investigación más eficiente y profunda, con la incorporación de técnicas de cartografía por satélite, endocrinología y genética molecular. En 1965, Goodall convirtió su campamento en el Centro de Investigación del Río Gombe (GSRC por sus siglas en inglés) con la finalidad de mantener sus investigaciones y recaudar fondos. En 1968 la pequeña reserva de caza también obtuvo su propia titulación al convertirse en el Parque Nacional de Gombe. En 1971 publicó una antología de relatos relacionados con sus primeras experiencias y estudios en el parque titulado “En la senda del hombre”, consiguiendo un rotundo éxito de ventas.

Su estancia en el parque a lo largo del medio siglo de vida que permaneció allí no fue un camino de rosas, ni mucho menos. Pero su convicción podría más que las adversidades que se encontraría. Además de empezar desde cero, con todo lo que ello implica para una persona sin formación, diversos acontecimientos minarían la voluntad de cualquiera en situaciones similares. Y no solo hablamos de que tuviera que presenciar la guerra entre chimpancés, sino que también tuvo que sufrir la pérdida de muchos miembros de su comunidad debido al VIScpz (virus de la inmunodeficiencia en simios que afecta a los chimpancés), precursor del VIH-1 causante de la mayoría de casos positivos de sida en humanos. Y, sobre todo, la delicada y grotesca situación de vivir el secuestro de 3 jóvenes estadounidense y una holandesa por soldados rebeldes que cruzaron el lago Tanganica desde Zaire, enviando posteriormente uno de ellos con una demanda de rescate para recuperar a los jóvenes restantes. Afortunadamente acabaron siendo liberados, pero la tensión que supuso fue notable, tal y como confiesa Goodall: “Nunca olvidaré el alivio, la extraordinaria alegría que experimenté al saber que los cuatro estaban vivos y físicamente ilesos. Pero las negociaciones parecían durar una eternidad. La solución era políticamente delicadísima, pues involucraba las relaciones entre Tanzania, Zaire y Estados Unidos».

En 1986 Goodall cesó con su carrera de bióloga de campo poco después de publicar su mayor obra científica “Los chimpancés de Gombe”. Actualmente tiene 88 años, y desde el día en que terminara su carrera en el parque, no ha dejado de defender la causa de los chimpancés creando refugios para liberar aquellos que habían vivido en cautividad, consiguiendo mejorar el trato recibido a estos en muchos laboratorios de investigación médica y creando un programa educativo llamado Roots & Shoots (raíces y brotes). Además, recauda fondos para que el Instituto Jane Goodall (fundado en 1977) pueda seguir funcionando, y también pertenece al comité del Proyecto de los Derechos Humanos desde su fundación en 1996. Si de algo podemos estar seguros categóricamente, es que Jane Goodall ha sido una heroína que ha navegado contra viento y marea siempre a favor de los chimpancés en un afán de comprenderlos, ayudando a la ciencia a desentrañar mejor su naturaleza y, por supuesto, cuidándolos a capa y espada.


Referencias bibliográficas

Referencias bibliográficas de las citas en texto:

  1. Parque nacional Gombe Stream. (2022, 6 de septiembre). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 16:53, enero 11, 2023 desde https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Parque_nacional_Gombe_Stream&oldid=145804151.
  2. Parque Nacional de Gombe, Tanzania. (2021). Rift Valley Expeditions. https://rift-valley.com/parques-nacionales-africa/tanzania/parque-nacional-de-gombe/
  3. Goodall, J. (1990). A través de la ventana: treinta años estudiando a los chimpancés. Biblioteca Científica Salvat.
  4. BBC Mundo. (2018). Los motivos detrás de la sangrienta «Guerra de los 4 años» entre chimpancés, la única de este tipo documentada. BBC NEWS MUNDO. https://www.bbc.com/mundo/noticias-43628595
  5. Salas, J (2014). El cruel asesinato que desató la primera guerra entre primates no humanos de la historia. Libertad Digital. https://www.libertaddigital.com/ciencia-tecnologia/ciencia/2014-01-14/el-cruel-asesinato-que-desato-la-primera-guerra-entre-primates-no-humanos-de-la-historia-1276508250/
  6. Gargantilla, P. (2020). Gombe: La guerra de exterminio que demostró la gran violencia de los chimpancés. ABC Ciencia. https://www.abc.es/ciencia/abci-gombe-guerra-exterminio-demostro-gran-violencia-chimpances-202008150027_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.abc.es%2Fciencia%2Fabci-gombe-guerra-exterminio-demostro-gran-violencia-chimpances-202008150027_noticia.html
  7. Lincoln Park Zoo. (2014) Nature of war: Chimps inherently violent; Study disproves theory that “chimpanzee wars” are sparked by human influence. ScienceDaily. www.sciencedaily.com/releases/2014/09/140917131816.htm
  8. Jane Goodall, más de medio siglo en Gombe. (2016). National Geographic España. https://www.nationalgeographic.com.es/mundo-ng/grandes-reportajes/jane-cincuenta-anos-en-gombe_3164
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