¡El chimpancé y la bombilla! El origen del insight

Tiempo de lectura: 2 minutos.

Insight en chimpancés

Desde que surgiera el estudio de la psique humana, uno de los paradigmas que ha gobernado parte del siglo XX pertenece a la escuela conductista. El conductismo en su esencia más radical entiende el comportamiento humano como un sistema de estímulo-respuesta. Esto dirime en una conducta manifiesta explicada exclusivamente por los estímulos del entorno, tomando al cerebro como una caja negra insondable. Posteriormente nace la escuela gestáltica dándole la vuelta a la tortilla y adelantándose a la perspectiva cognitiva, entendiendo el cerebro como un agente activo en la interpretación de la realidad. Asevera que el ser humano no queda a merced del ambiente para formar sus percepciones. Para la Gestalt, hay dos reglas fundamentales: 1) «el todo es más que la suma de sus partes» (indicando que la mente aporta su parte), y 2) las reacciones de las personas se basan en cómo interpretan el mundo (no solo por las ocurrencias mismas).

El gran hito que sentó las bases de la escuela gestáltica nace en «la casa amarilla» (Puerto de la Cruz, Tenerife). En ella Wolfgang Köhler llevaba a cabo estudios etiológicos sobre la percepción en chimpancés, pero estos trascenderían por la generalización de los resultados a humanos. Köhler, en uno de sus ensayos con un chimpancé, dispuso un racimo de plátanos en el techo de la habitación, con una caja y un palo en el suelo. El chimpancé al observar los plátanos intentaba alcanzarlos sin éxito, al principio saltando, después utilizando el palo o la caja, pero siempre sin lograr llegar. Tras unos minutos yendo y viniendo desesperado, se paró repentinamente como si hubiera visto un fantasma. Seguidamente colocó la caja, cogió el palo y se subió para arrear el racimo y que cayera al suelo ¡Ya obtuvo su premio!

En esa pausa previa al éxito se urdió el plan perfecto del chimpancé. Algo despertó en su mente y le hizo darse cuenta que si intentaba la operación con los elementos por separados no tendría fortuna. La clave estaba en su combinación. Ese día nació el concepto de insight. Köhler entendió que el chimpancé supo organizar el espacio perceptivo relacionando de manera significativa la caja, el palo y el racimo de plátanos. Este discernimiento repentino para la resolución de un problema lo llamó insight, uno de los elementos nucleares de la Gestalt. Seguramente alguna vez en tu vida has estado frente a un problema complicado que no conseguías resolver pese a muchas cavilaciones. Y de golpe y porrazo se te encendió la bombilla, sin hacer nada, tan solo estando frente al problema hallaste la solución. Lo que te ocurrió, fue un insight.

Esta organización perceptiva ha servido para explicar porqué percibimos las cosas como las percibimos. De hecho, si algo es famoso en la escuela de la Gestalt, son sus Leyes de Organización Perceptiva. La perspectiva gestáltica defiende que percibimos el mundo con pautas con sentido, en «todos» o estructuras (las Gestalten). Es por ello que, por ejemplo, en la figura de la derecha interpretamos que hay dos triángulos cuando realmente solo hay uno parcialmente.

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