Tiempo de lectura: 3 minutos.
Estamos en Baguio (Filipinas), lugar de celebración del Campeonato del Mundo de Ajedrez de 1978. El mundo se encuentra en el último cuarto de la Guerra Fría. Se enfrentan Viktor Korchnoi y Anatoly Karpov, un duelo que concluirá con un nuevo campeón del mundo o con la revalidación de Karpov tras ser proclamado ganador en el anterior Campeonato del Mundo de 1975 contra Bobby Fisher (que ganó por incomparecencia de este último). Sin embargo, este campeonato trascendió más allá del mundo del ajedrez. Sería la segunda oportunidad de librar por fin la batalla de la Guerra Fría en el tablero que no pudo librarse con el match Karpov vs Fisher 3 años antes. Karpov era el ojito derecho de la Unión Soviética, y Korchnoi era el disidente soviético exiliado en Suiza que representaba el mal de occidente. El fuego se desataría sobre el tablero de ajedrez.
El formato del match era a 6 victorias. Quien fuese el primero en conseguirlas se proclamaría campeón. De todas formas, lo interesante de este campeonato no fue lo ocurrido en las 64 casillas, sino todo lo acontecido fuera de ellas. En primer lugar, hubo una guerra por la presencia de las banderas nacionales de cada jugador. La Unión Soviética no toleraba que se exhibiera la bandera de Suiza, alegando que el tiempo de residencia de Korchnoi no era suficiente para hacerlo. Tras acaloradas discusiones, el asunto se saldó con la no presencia de ninguna bandera. En la primera partida, Korchnoi protestó colérico por la presencia de un parapsicólogo que formaba parte del equipo contratado por Karpov, Vladimir Zukhar (experto en hipnosis), aduciendo que le estaba leyendo sus pensamientos y perturbándolo a distancia para favorecer a Karpov. Exigía categóricamente que se le ubicara más lejos, que no podía estar entre las primeras filas como estaba. Más adelante en el match se llegó a un acuerdo donde no podría sentarse antes de la fila 5.
La tensión no desaparecería y la paranoia iría en aumento. En el segundo match, el equipo de Korchnoi volvía a la guerra. Esta vez se protestaba por el color de los vasos de yogurt de cada uno, indicando que la diferencia de color seguramente implicaba algún patrón o código que le decía a Karpov qué jugar en la partida. Los organizadores cedieron a las protestas y dictaminaron usar un solo color para absolutamente todos los recipientes.
Al inicio de la octava partida, Karpov rechazó darle la mano a su rival debido a todo el circo que Korchnoi estaba montando a lo largo del match, según él mismo comentó. Finalmente, se decidió retirar el protocolo de dar la mano al rival antes o después de las partidas, y las peticiones de tablas debían expresárselas al árbitro para que este se las comunicara al rival.
Transcurría el match y llegaron al encuentro 11 con un marcador de 1-1. En esta ocasión fue Karpov el que se quejaba, y con razón. Korchnoi apareció ese día con gafas de sol que mantuvo desde el inicio de la partida. Karpov comentaba que todas las luces de la sala se reflejaban en las gafas de Korchnoi, le llegaba a la cara y le molestaba a la vista. Korchnoi se defendía diciendo que a él le molestaba sobremanera la costumbre que tenía Karpov de mirarlo fijamente cuando le tocaba mover, y las gafas era una forma de evitarlo.
Llega la partida 18 y el match va 1-4 ganando Karpov. Entonces ocurre algo sorprendente. Llega a la sala una pareja perteneciente a la secta india Ananda Marga para ayudar espiritualmente a Korchnoi mediante ejercicios de meditación, y que le servirían para contrarrestar los indeseables efectos procedentes de los trucos mentales del parapsicólogo de Karpov. Finalmente, tras las persuasiones policiales, la pareja desapareció de Baguio (aunque posteriormente volverían de nuevo).
Llegaron a la partida 32 con tablas en el marcador, 5-5. El match no podía estar más emocionante. La partida 32 podía ser la definitiva para decidir un vencedor y, de hecho, así lo fue. Karpov acabó revalidando el título de campeón del mundo. En su lugar, Korchnoi decidió no firmar la planilla donde recogían las jugadas por parecerle la organización del evento nefasta y tendenciosa, considerando inválido el resultado. Se fue de Baguio sin asistir a la ceremonia de cierre y sin tan siquiera cobrar su premio correspondiente por jugar el campeonato.
La URSS se tomó muy en serio este torneo, no tanto porque la escuela soviética en ajedrez fuese una de las más influyentes de la historia del deporte, sino porque le serviría para reestablecer ante el mundo entero el honor que la Unión Soviética estaba perdiendo en la Guerra Fría. El Campeonato del Mundo de 1978 era una cuestión de estado, hasta tal punto que el Kremlin movilizó 18 agentes para impedir que Korchnoi pudiera ganar. Toda la operación quedaría registrada en El archivo Mitrojin, que recoge múltiples conexiones políticas y periodísticas para ganar la guerra propagandística contra los Estados Unidos. Incluso el mismo KGB, más adelante, declaró que había planeado asesinar a Korchnoi en el caso de que este ganara el match. Por suerte para él, todo acabó como uno de los campeonatos del mundo del deporte más extravagantes y surrealista de la historia.
Deja una respuesta